Las cuestas, como todo, dependen mucho de los ojos del observador. Un cambio en el punto de vista puede convertir la temida cuesta de enero en una aliada para poner en orden nuestras finanzas. El secreto está en tratarla de otra manera.
A pesar de que no aparece en los mapas, es automático: escuchamos hablar de la cuesta de enero y resoplamos abatidos. Cada año iniciamos el trayecto de esta cuesta bajo los efectos de una especie de resaca emocional tras las fiestas navideñas; quizás con un par de kilitos de más y casi seguro, con muchos billetes de menos.
Por tener un punto de partida, digamos que “La cuesta de enero es el nombre que reciben (en España y países de América Latina) el conjunto de subidas de precios, tarifas y tasas que suceden al inicio de cada año, y que afectan a la capacidad de compra de los consumidores: por ejemplo, los servicios con precios regulados por las administraciones (como el transporte público o los peajes), los productos de los llamados sectores estratégicos (como la electricidad, el gas y las telecomunicaciones), o las subidas de impuestos coincidiendo con el inicio del ejercicio fiscal” (Fuente: Wikipedia).
Por lo tanto, es posible que nuestra economía doméstica se pueda ver comprometida con la última campanada ya que, por un lado, hay que hacer frente a los gastos navideños y, por otro, hay que hacer frente a un aumento de los gastos corrientes.
La mala noticia es que todos los meses de enero suelen empezar así. La buena es que puedes aprovechar las fechas para estudiar fría y objetivamente tu situación financiera, detallando tus ingresos y ajustando los gastos al punto de eliminar todo aquello que no sea estrictamente necesario. Y, si tuvieras que refinanciar tus deudas, pon especial atención a las condiciones, pues pueden suponerte un mayor gasto a futuro.
Tenemos todo un año por delante para entrenarnos de cara a la cuesta del enero que viene y replantearnos una estrategia financiera en la que nos sintamos cómodos.
Puesto que el miedo no parece dar resultado y contener la respiración menos aún, hoy te proponemos ubicarnos en otro ángulo para ver la pendiente (cuesta abajo) que, si bien se dibuja ante nuestros ojos, quizá no la habíamos visto.
En términos prácticos, se trata de aprovechar que comienza un año nuevo para ajustar nuestras finanzas a nuestras posibilidades, Es decir, en lugar de empeñarnos en subir la cuesta “llegando con lo justo”, tratemos de bajar nuestras expectativas en la medida de lo posible.
Estrategia financiera que nos acompañe durante todo el año:
Si vemos la pendiente desde ese ángulo e invertimos la metáfora, enero es el mejor momento (todos lo son, pero enero lo es más) para definir una estrategia financiera que nos acompañe durante todo el año:
Repiensa tus finanzas
Como decimos, el principio del año es el mejor momento para pensar una nueva estrategia financiera. Apúntate a un método de ahorro como el Kakebo, el método de los seis sobres o el reto de los 21 días. O, por el contrario, comienza a investigar el apasionante mundo de la inversión en bolsa -siempre con la ayuda de un experto y con la precaución de que puedes ganar dinero, pero también perderlo-.
Reduce los gastos
No solo durante este primer mes, sino también en los venideros. Investiga cómo reducir las facturas en el hogar, el ticket de la compra o los gastos en material escolar. La previsión y la paciencia serán tus mejores aliados, y tu bolsillo lo agradecerá.
Organiza tus deudas
Si estás devolviendo un préstamo o pagando una compra financiada considera reunificar tus deudas o modificar las mensualidades según la previsión que hagas de este año. Cada año tu vida cambia y quizás estás pagando más de lo que tus ingresos te permiten.
La cuesta de enero puede ser el mejor momento para darle la vuelta a tus finanzas, y es que a veces las mejores soluciones surgen frente a las dificultades.
¿Y tú? ¿Subes o bajas?