Érase una vez un cerdito de cerámica con los ojos pequeñitos y una ranura en el costado del tamaño justo para que entre una moneda…
Todos sabemos cómo acaba este cuento. En la mayoría de los casos, con el cerdito vacío y cogiendo polvo en la estantería, cosa que dista bastante de aquel final ideal para el que fue concebido: guardar tus ahorros.
Si bien no estamos aquí para contarte un cuento, lo cierto es que ahorrar es un buen hábito que merece la pena adquirir desde la infancia. Así que, contestando a la pregunta que titula este post, la respuesta es: simplemente, sí, se puede. Se puede, e incluso se debe, crear el hábito del ahorro.
Ahorrar es la acción de reservar una parte de los ingresos ordinarios que no se destina al consumo inmediato, sino que se guarda para hacer frente a situaciones futuras.
Incorporar el ahorro a tu vida cotidiana, como todo hábito, va a requerir de voluntad, disciplina y constancia. Así que lo mejor para empezar a fomentar esta buena costumbre es tener ganas de hacerlo y marcarse un objetivo claro y realista.
En todo caso, se trata de un acto totalmente voluntario, pero, por si te sirve de ayuda o no sabes por dónde empezar, te dejamos algunos consejos al respecto.
1.- Empieza poco a poco:
Para adquirir un hábito nuevo, es mejor incorporar las nuevas rutinas de una en una. Si pretendes cambiar muchas cosas a la vez, probablemente te desanimes en un par de semanas.
Si empezar a ahorrar forma parte tu lista de buenos propósitos, dale la prioridad que se merece y, sobre todo, especifica bien cuál será tu objetivo, de tal manera que puedas medir tus progresos. No es lo mismo decir “este año voy a ahorrar más” que decir “voy a ahorrar 50 € todos los meses”. Concreta todo lo que puedas.
2.- Elabora un presupuesto (semanal, quincenal, mensual):
Es imprescindible que conozcas cuáles son tus ingresos reales en ese periodo y qué parte de ellos destinas a cubrir tus necesidades básicas.
Identificar tus gastos te permitirá recortar el presupuesto destinado a lo que no es estrictamente necesario para que puedas aportar parte de ese presupuesto a tu plan de ahorro.
3.- Marca una meta:
Define en qué quieres emplear el dinero que vas a ahorrar.
Ya sea para un fondo de imprevistos, para una ayudita a tu jubilación o para aquel capricho que tienes pendiente, si tienes claro a qué vas a destinar tu ahorro, evitarás más fácilmente gastarlo en otra cosa.
4.- Decide con qué cantidad empezar:
Ahora que ya conoces tus ingresos y tus gastos, decide qué cantidad vas a ahorrar y con qué frecuencia.
Es importante que tu decisión sea realista y que el ahorro no comprometa el resto de tus finanzas. Si ahorras por encima de tus posibilidades, te verás obligado a abrir la hucha constantemente, lo que dará paso a la desmotivación.
Se trata de adquirir el hábito de ahorrar, así que no importa que destines pequeñas cantidades al principio, sino que seas constante.
5.- Separa el dinero ahorrado:
Ya sea en la hucha, en un fondo de inversión, en una cuenta corriente… es aconsejable que el dinero que quieras ahorrar lo separes del resto.
Por una parte, evitarás gastarlo en otras cosas y, por otra, será una satisfacción personal ir midiendo tus progresos y comprobar que tu plan funciona.
Como ves, con voluntad y constancia, e independientemente de las cantidades que aportes, se puede adquirir la costumbre de ahorrar.
Para muchos es casi una filosofía de vida ya que también implica un cambio de mentalidad hacia un consumo más responsable, ayudándose del ahorro para evitar el sobreendeudamiento y mantener las finanzas personales en orden.
Estamos en la mejor época del año para plantearnos nuevos propósitos (ya sabes: año nuevo, ¡vida nueva!) y empezar a practicar el ahorro puede ser uno de los más saludables. ¿Te animas?