Comprar una casa, hacer reformas, iniciar un negocio o reunificar deudas: en muchas ocasiones será necesario recurrir a un préstamo o crédito que entre otros requisitos solicite un aval. Entérate cómo funcionan y qué debes tener en cuenta, tanto si eres avalista como avalado.
Antes que nada, es necesario definir de qué se trata un aval. Según el Banco de España (BDE), es “un contrato por el que una persona física o jurídica garantiza o asegura el cumplimiento de obligaciones, asumiendo el pago de una deuda de otra persona si esta no lo realiza. El avalista se compromete al cumplimiento de la obligación con todos sus bienes, salvo que se establezcan límites a esa responsabilidad”.
Es decir, funciona como garantía para que la entidad que presta tenga la seguridad de que cobrará la cantidad prestada. También se los llama “fianzas”, “afianzamientos” o “garantías personales”.
En general, quienes piden un aval son las entidades bancarias o de crédito, cuando conceden un préstamo, siendo las beneficiarias del aval. Pero también pueden solicitarlo las administraciones públicas –cuando contratan con un particular- o un particular a otro, en el marco de algún contrato, por ejemplo, de arrendamiento.
Las entidades suelen pedir un aval cuando la cantidad solicitada en préstamo es demasiado grande o cuando considera que el patrimonio, la situación o capacidad económica del titular no sean suficiente garantía de que podrá hacer frente a los pagos; por ejemplo, cuando no tiene un contrato de trabajo indefinido, cuando supera cierta edad o cuando se pide una financiación superior al 80 % del valor de una propiedad.
Las partes en un aval
- Avalista: es el que se ofrece como garantía. Puede ser una persona física o bien una entidad bancaria.
- Avalado: es quien solicita el aval.
- Beneficiario: es quien exigirá al avalista el cumplimiento de las obligaciones en caso de un impago. Es quien otorga el préstamo o crédito y necesita asegurarse de cobrar.
Tipos de aval
- Préstamos con aval personal: son aquellos en los que una persona se hará cargo de la deuda en caso de que el titular no pueda afrontarla.
- Préstamos con garantía: lo que se ofrece como aval es un bien con valor similar o superior a la deuda que se contraerá. En caso de impago, la entidad puede embargar dicho bien para cobrar la deuda. En general, suele ser el coche o un bien inmueble también propiedad del solicitante. Cuando el inmueble es propiedad de otra persona, por ejemplo, los padres u otro familiar, técnicamente no serían avalistas sino hipotecantes no deudores.
- Aval bancario: es un banco el que se compromete a hacer frente a la deuda en caso de que el titular no pudiera hacerlo. Solo suelen avalar a sus propios clientes y dado que supone un riesgo para el banco, implica el pago de comisiones que dependen del plazo, tipo y riesgo del préstamo en cuestión.
Ser avalista: el compromiso y los riesgos que asumes
Como ya se ha visto, el avalista es la persona o entidad que se ofrece como garantía de pago cuando el titular de una hipoteca o préstamo personal no pueda pagar las cuotas y hacer frente a su deuda, en cuyo caso, los bienes de ambos pueden ser embargados. Por eso es fundamental que si vas a ser avalista tengas muy en claro a qué te comprometes y los riesgos que implica.
- El avalista responderá con todos sus bienes presentes y futuros hasta saldar la deuda. Por lo tanto, pone en riesgo su patrimoniosi el hipotecado no paga.
- En general, los avales son solidarios, lo que implica que el avalista asume las mismas obligaciones que el titular de la deuda. Por lo tanto, la entidad puede exigir el pago a ambos de modo indistinto y simultáneo.
- Al ser avalista, pasas a estar incluido en la Central de Información de Riesgos del Banco de España (CIRBE), por lo que se puede ver reducida tu capacidad crediticia, en caso de solicitar un préstamo por tu cuenta.
- De no poder pagar, el avalista también podría ser incluido en los famosos listados de morosos. Y en casos extremos y poco frecuentes, hasta llegar a ser embargados sus bienes: cuando la deuda se prolonga por mucho tiempo, es posible que se inicie un proceso judicial contra el avalista, en el que la justicia tiene potestad para embargar sus bienes: dinero en cuentas bancarias, inmuebles, el coche, inversiones, la pensión e incluso parte del sueldo.
- El aval se hereda: en caso de fallecimiento, la deuda pasa a sus herederos.
- El aval puede ser parcial. Se recomienda pactar con el banco una limitación: por ejemplo, que se avale la cantidad que sobrepase del 80 % del valor de tasación del inmueble. En una hipoteca de 100.000 euros, el aval sería por 20.000 euros, de modo que una vez que el titular haya devuelto ese importe (con los intereses correspondientes) el avalista ya no guarda ninguna responsabilidad.
- En cualquier caso, si un avalista termina pagando, tiene derecho a exigirle al avalado por el importe correspondiente, incluidos intereses y gastos.
Requisitos para ser avalista
En general, para ser avalista de una hipoteca o préstamo personal, las entidades exigen requisitos parecidos que al titular:
- Ser mayor de edad;
- Ingresos estables y suficientes: nómina, pensión u otro tipo de entradas que demuestren su capacidad de cumplir con los pagos.
- No tener deudas pendientes de pago: como un préstamo propio o una hipoteca.
- Nivel patrimonial suficiente: disponer de bienes inmuebles libres de cargas, es decir, ya completamente pagados, de modo que puedan responder con ellos en caso de impago del titular.
En resumen, si vas a ser avalista de un préstamo, es recomendable conocer en detalle la situación laboral y la solvencia económica del avalado, sus ingresos y patrimonio, además de saber cómo ha sido su comportamiento con otras deudas asumidas. Y sobra decirlo, que te una con esa persona una relación cercana y de confianza.
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