Según la RAE, el salario es la “cantidad de dinero con la se retribuye a los trabajadores por cuenta ajena”. Tiene un significado complejo, que ha ido variando y adquiriendo otras dimensiones a lo largo de la Historia. Ejemplo de ello es la conceptualización de términos como “salario emocional”, “salario mínimo interprofesional” o “salario por unidad de obra”, entre otros.
Actualmente en España, el principal incentivo que tiene un trabajador a la hora de buscar empleo es el monetario. Pero también se tienen en cuenta otros factores como la proyección y el éxito laboral.
Sin embargo, trabajar no siempre ha significado el cobro de un sueldo o la firma de un contrato laboral donde se estipulen cantidades y condiciones. Por ejemplo, se cree que los primeros pueblos nómadas no obtenían beneficios económicos por su trabajo, sino que cubrían sus necesidades cazando y recolectando.
Ya en las civilizaciones antiguas como Grecia y Roma se mantuvo un sistema de trabajo no remunerado basado en el esclavismo, caracterizado por unas condiciones de trabajo infrahumanas. Gracias a estos “prisioneros de guerra”, los emperadores realizaban grandes construcciones -que hoy día podemos encontrar en casi cualquier país- pagando únicamente su alimento. Sin ir muy lejos, las Médulas de León, hoy Patrimonio de la Humanidad, son un vestigio de la extracción de oro que construyeron esclavos por orden del emperador Octavio Augusto en el siglo I a.C. No obstante, es en esta Edad Antigua cuando se empiezan a retribuir determinados trabajos artísticos.
De hecho, la palabra salario tiene su origen en la época romana y se deriva de “salarium”. Este era el nombre que se daba a los paquetes de sal con los que se pagaba a los funcionarios que trabajaban cuidando de la calzada romana “Vía Salaria”, utilizada para transportar la sal hasta el río Tíber. Y es que, en aquella época, la sal jugaba un papel muy importante en la alimentación ya que la salazón era el método de conservar carnes y pescados.
En la siguiente etapa de nuestra historia, la Edad Media, surgen nuevas modalidades laborales como es el trabajo forzoso. Aunque desaparezca la esclavitud, con la servidumbre el agricultor puede trabajar sus propias parcelas, pero debiéndole al señor feudal unos servicios o rentas. De forma paralela, con la aparición de la artesanía empieza a hacerse patente el pago de un salario.
Los artesanos se agrupan en gremios, que tienen la finalidad de normativizar ciertos aspectos técnicos de fabricación, pero también establecen salarios y jornadas. Se produce una emigración de los campos a las ciudades y se firman los primeros contratos donde se estipula que las mujeres y los niños cobren la mitad que los hombres. Estos salarios, al igual que en la actualidad, dependían de la actividad a realizar.
Ya en la Revolución Industrial, con la invención de la máquina de vapor, se produce un cambio de estructuras económicas, políticas, sociales e ideológicas. Esta época trae la libertad de trabajo y el cobro de un sueldo, que se afianza como característica del régimen capitalista y de la organización social actual. Tal y como indica el estudio Generalidades del salario (1989) de Guillermo Cardona, la llegada del capitalismo convierte la mano de obra en mano de obra asalariada y, a su vez, surge un nuevo sistema de clases.
Los países comienzan a invertir en maquinaria que más tarde suplirá a la mano de obra. Esto lleva al trabajador a una situación de paro forzoso y, por lo tanto, a aceptar trabajos en fábricas con salarios y condiciones de trabajo inadecuados.
En el año 1919, al finalizar la I Guerra Mundial, se crea la Organización Internacional de Trabajo como respuesta a la preocupación sanitaria y humanitaria por las malas condiciones laborales a las que la población estaba sometida. Y es que, en palabras de esta organización, “los salarios pueden causar situaciones de discriminación y privación si no se garantiza a los trabajadores un nivel mínimo que sea digno”.
Hoy día, teniendo en cuenta las implicaciones sociales y humanitarias que conllevan los salarios, los Estados van reconsiderando sus políticas salariales en colaboración con los representantes patronales y los trabajadores.
Ley del Estatuto de los Trabajadores en España
En España, gracias a la aprobación de la Ley del Estatuto de los Trabajadores, disfrutamos de unos derechos consolidados en la Sección 4.ª: Salarios y garantías salariales. Adicionalmente, cada año, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales fija el Salario Mínimo Interprofesional teniendo en cuenta factores como “el IPC, la productividad media nacional, el incremento de la participación del trabajo en la renta nacional y la coyuntura económica general”.
Lamentablemente, existen gran cantidad de países a los que todavía les queda mucho por avanzar en materia de derechos salariales. Así que, tanto en España como en otras partes del mundo, la historia de los salarios es una historia interminable.