Quizás no todos necesitamos ser corredores de bolsa, manejar conceptos complejos sobre la economía mundial o saber todo lo que implica solicitar una hipoteca. Pero hay un conocimiento esencial que debemos adquirir cuanto antes: cómo manejar nuestra economía doméstica.
Se dice que los niños son esponjas porque están preparados para aprender e interiorizar continuamente nuevas rutinas. Por eso, nuestros primeros años de vida son perfectos para comenzar a trabajar hábitos como el ahorro, entender en qué consiste el intercambio de bienes o manejar un presupuesto. La familia funciona además como un equipo, y todos sus miembros deben poner su granito de arena para salvar la economía doméstica.
No se puede tener todo lo que se quiere, ni todo lo que se “puede”.
Vayamos por partes. Como decimos, una de las lecciones más importantes para los niños es aprender a ahorrar, y para eso, deben asumir otra lección importantísima: no se puede tener todo lo que se quiere, ni todo lo que se “puede” tener. Es decir, aunque nos podamos permitir algunos caprichos, más nos vale guardar algo de dinero y ser previsores. Los adultos solemos ser el espejo en el que se miran los niños, por eso debemos ser nosotros mismos los primeros que no caigamos en la “tentación del gasto”.
La austeridad es otra valiosa lección. Quien vive con muchos lujos, además de tener que pagarlos, está sentando hábitos de gasto. Deben aprender que el gasto debe ser algo controlado, acorde a sus ingresos y teniendo siempre en cuenta el ahorro. Una vez que haya entendido esto, el niño valorará más los sacrificios que hacen los adultos para ganar dinero y que pueda disfrutarlo toda la familia.
Que la economía está basada en el intercambio de bienes es algo que aprenderá por sí solo cuando nos acompañe de compras o vea que realizamos cualquier transacción. Cuando se le encapriche un juguete puede ser un momento perfecto para hablarle además de la diferencia de precio entre unos objetos y otros. Aprenderá a hacer comparaciones entre bienes similares, muy valiosas para su futuro.
Además, como ya decíamos en este vídeo sobre 5 lecciones para que los niños aprendan a manejar su dinero, un paseo al supermercado puede ayudarle a entender el coste de algo tan básico como la comida para una semana, especialmente si va calculando el precio de lo que se compra. El siguiente paso es hacer un presupuesto para la próxima compra teniendo en cuenta lo que gastáis en cada viaje al súper. Por otro lado, le puedes enseñar que el simple hecho de vivir en una casa también conlleva unos gastos: de hipoteca, de luz, de gas, agua… Siéntate con él y repasa todos los gastos mensuales en relación con vuestros ingresos -y olvídate de que tu sueldo sea un tema tabú-.
Otro aprendizaje valiosísimo: el dinero se consigue con esfuerzo. No es necesario que le premies con dinero cuando ayude en las tareas del hogar, debe aprender a hacerlo por sí mismo y sin mayores alicientes que cumplir con sus deberes. Pero sí puedes asignarle una paga y hacerle saber que cobrarla o no dependerá de su comportamiento a lo largo de la semana.
Seamos francos, conseguir un manejo óptimo de nuestras finanzas, incluso las domésticas, es uno de los retos más complicados a los que nos enfrentamos todos los días los adultos. Para tener éxito en esto con los más pequeños, es fundamental implicarlos en hábitos como el ahorro, ser constantes en nuestras decisiones y, sobre todo, dar ejemplo.