Tanto si has logrado reunir unos ciertos ahorros gracias a una buena gestión financiera como si te acompañó la suerte y acertaste a la lotería, tal vez te estés planteando cómo sacar alguna rentabilidad a tu dinero a través de inversiones.
Quizá lo primero que llegue a tu mente sea “la Bolsa”, pero debes saber que las opciones son muchas. Todo depende de tus posibilidades, conocimientos, objetivos, perfil e incluso de tu personalidad. ¿Quieres saber cuál es para ti? Descúbrelo en esta nota.
Independientemente del tipo de inversión y de si vayamos a invertir 1.000 euros o un millón, todas comparten cuatro variables básicas que se interrelacionan:
- Rentabilidad, beneficio o rendimiento: es lo que ganamos.
- Riesgo: algunas más que otras, pero toda inversión implica un cierto riesgo, no solo de no ganar sino incluso de perder todo o parte del capital invertido.
- Liquidez: es la posibilidad de convertir en dinero la inversión realizada más o menos rápidamente y con mínimas pérdidas.
- Plazo: es el tiempo que deberemos esperar para obtener un determinado rendimiento.
En general, cuanto mayor sea la posibilidad de rentabilidad, mayor será el riesgo asociado. Y a la inversa, cuando las inversiones son relativamente más seguras y el riesgo es bajo, el rendimiento será más exiguo.
Tipos de inversiones
Repasemos entonces los distintos tipos de inversiones que actualmente ofrecen los mercados. Aunque hay diferentes criterios para clasificarlas, empezaremos por distinguir entre dos grandes categorías:
- Inversiones físicas, también llamadas económicas, reales o productivas: son aquellas en las que adquirimos bienes o activos productivos, cuya utilidad es la producción de otros bienes o servicios. Incluye también bienes intangibles como patentes, franquicias, derechos de autor.
- Inversiones financieras: consisten en valores como acciones, bonos, letras de cambio y otros instrumentos y productos financieros que no implica la creación de riqueza sino el cambio de titularidad del bien.
También se pueden catalogar considerando el tiempo: a corto plazo (un año o menos) o largo plazo (más de un año). O si son de renta fija o de renta variable.
De renta fija
El emisor de los instrumentos financieros ofrece pagar al inversor una renta (o interés) previamente establecida y promete devolverle el capital en un plazo determinado. Es una inversión de muy bajo riesgo pero también de baja rentabilidad, que puede ser recomendable para inversores inexpertos. Se pueden contratar a través de instituciones bancarias o financieras, de administradoras de fondos de inversión o en la bolsa de valores. Los ejemplos más clásicos serían los bonos y los depósitos bancarios a plazo fijo.
De renta variable
Requieren una alta tolerancia al riesgo y a la incertidumbre ya que no se conoce de antemano la rentabilidad: su rendimiento fluctúa sin límites y puede dar ganancias muy elevadas o cero, e incluso puede implicar la pérdida del capital. El ejemplo más común son las acciones, pero existen otros como índices bursátiles, divisas, futuros, materias primas y ETF´s (fondos de inversión cotizados), etc.
Aunque la siguiente lista no es exhaustiva, veamos algunos ejemplos.
Productos bancarios
Los plazos fijos son quizá la forma de inversión más popular, casi sin riesgo y de más fácil acceso.
Bienes inmobiliarios
Son una inversión segura ya que en general se revalorizan con el tiempo y permiten obtener ganancias por su renta. Pero son de largo plazo y con poca liquidez. Además de adquirir propiedades concretas, también es posible invertir en proyectos a través de fondos especializados que compran activos inmobiliarios utilizando el capital de varios inversores para su posterior venta o rentabilizarlos mediante su alquiler. Además de los fondos, en España existen las SOCIMI (Sociedad Cotizada Anónima de Inversión en el Mercado Inmobiliario) o REIT (Real Estate Investment Trust) fuera de España.
Mercado de valores
Es lo que comúnmente se conoce como bolsa. Cuando las empresas necesitan financiarse emiten acciones, que se compran y venden. Suele ser un tipo de inversión elegida por principiantes porque es de fácil acceso. A través de muchas plataformas de brokers, en la bolsa se puede negociar tanto instrumentos de renta fija como variable: acciones, títulos de deuda, bonos, futuros, derivados financieros, criptomonedas, entre otros.
Bonos
Se trata de una inversión de renta fija y bajo riesgo: el inversor presta un capital a medio o largo plazo (10 o 20 años, por ejemplo) y a cambio recibe un cupón anual de un interés preestablecido. Los bonos pueden ser públicos o de empresas privadas. También existen bonos de corto plazo, como las Letras del Tesoro, con vencimientos inferiores a 2 años. Es de las inversiones más seguras que ofrecen los mercados financieros y es muy similar a tener un depósito bancario a plazo fijo.
Mercado de divisas/Forex
Consiste en la compra de monedas internacionales (dólar, libra esterlina o yenes, por ejemplo) para venderlas más tarde a un precio mayo. Es una inversión financiera de renta variable y cierto riesgo, pero de las más comunes y populares del mundo ya que ofrece gran liquidez y rapidez de sus operaciones a corto plazo.
Fondos de inversión
Las Instituciones de Inversión Colectiva (IIC) captan el capital de un gran número de inversores y, mediante una entidad gestora, lo invierten en productos financieros muy variados. Se han hecho muy populares: ofrecen gran liquidez (puedes vender tus participaciones cuando quieras) y diversificación (tu dinero no estará colocado en un solo activo, lo cual acota el riesgo), además de estar gestionados por expertos. Los hay de renta fija, de renta variable y mixtos.
Planes de pensiones
Con un funcionamiento similar al de los fondos de inversión, están orientados a complementar tu futura pensión. Ofrecen ventajas fiscales que otros productos no tienen, pero son de largo plazo y nula liquidez: sólo podrás disponer de tu dinero una vez que llegues a tu jubilación o en casos excepcionales.
Otros tipos de inversión son: las materias primas y commodities, las criptomonedas, los hedge funds, el crowdfunding y el crowdlending.
¿Cuál es la mejor opción para ti?
Lo cierto es que no hay una única respuesta. Depende tu edad, planes de futuro, objetivos, momento vital, tolerancia o aversión al riesgo y la incertidumbre, tus expectativas de rentabilidad y cuándo necesitarás disponer del dinero. Deberás definir tú mismo cuál es tu perfil inversor y elegir por las opciones con las que te sientas más cómodo.
Como consejo, podemos recomendarte que no dejes de informarte, investigar y aprender sobre los distintos tipos de inversión, y que no te decidas por ninguno hasta no estar seguro que has entendido bien las ventajas y desventajas de cada uno. Y para eso siempre es bueno recurrir a la asesoría de un experto.