Para algunos, no son más que una nueva burbuja especulativa. Para otros, cambiará la forma en que entendemos el dinero y las transacciones comerciales. Pero, ¿Cuál es el origen de este boom? ¿Cómo funcionan y para qué sirven?
¿Qué son las criptomonedas y la tecnología blockhain?
Son un tipo de moneda digital que no tiene existencia en el mundo físico. Hoy se utilizan tanto como inversión financiera como para comprar y vender bienes y servicios a través de internet. Su valor está sujeto a una alta volatilidad (subida y bajada de precios) y depende en gran medida de la confianza de la comunidad que las usa.
Su funcionamiento, circulación, seguridad y verificación de las transacciones se basan en sofisticadas operaciones de cifrado matemático complejo (criptografía), que utilizan una tecnología llamada blockchain, o cadena de bloques. Se trata de una gigantesca base de datos global, cifrada, descentralizada e inalterable -conformada por una red de ordenadores conectados a internet-, que garantiza la integridad de las operaciones. Es una especie de gran libro contable virtual y colaborativo -que no pertenecen a ninguna institución financiera ni gobierno-, en el que para realizar cualquier transacción se requiere la aprobación de otros nodos (usuarios o participantes) de la red. El sistema envía a varios equipos de cómputo simultáneamente una serie de cálculos matemáticos que deben ser descifrados para aprobar una operación. El equipo que primero descifra el problema matemático y valida un “bloque” de transacciones recibe una recompensa en criptomonedas que ingresan al mercado. A este proceso se le llama “minado” y es uno de los grandes negocios del ecosistema “cripto”.
Esta tecnología ofrece un altísimo nivel de seguridad, que impide, por ejemplo que un mismo activo digital se pueda transferir dos veces o que sea alterado o falsificado.
El origen de las criptomonedas
Se considera que la historia de las criptomonedas comenzó en 2008, en plena crisis mundial tras la quiebra de Lehman Brothers. En octubre de ese año, un usuario identificado como Satoshi Nakamoto (en realidad no se sabe si se trata del pseudónimo de una persona real o de un equipo, comunidad u organización) publicó un artículo técnico en el que se explicaban los fundamentos y el funcionamiento del Bitcoin. Fue presentado como una forma de dinero peer-to-peer (persona a persona) para “permitir enviar pagos online directamente entre las partes sin pasar a través de una institución financiera”. Es decir, sin terceras partes de confianza ni intermediación. Un par de meses después, el 3 de enero de 2009, comenzó a funcionar la red y se generó el primer bloque de 50 bitcoins. Días más tarde, se registró la primera transacción entre Nakamoto y el criptólogo Hal Finney. El precio del bitcoin era de 0,00076 dólares. Solo 12 años después, en marzo de este año, cada unidad llegó a cotizar ¡hasta más de 60.000 dólares!
El pasado 7 de septiembre, El Salvador se convirtió en el primer país en el mundo en adoptar el bitcoin como moneda de curso legal.
Se calcula que actualmente hay en circulación más de 18 millones de bitcoins, pero no hay una oferta infinita. Todo el sistema y protocolo que lo sustenta limita la cantidad máxima de unidades que se pueden emitir a 21 millones, algo que se supone sucederá después del año 2140.
La prehistoria
Aunque bitcoin fue la primera y más exitosa, hubo algunas experiencias previas que no sobrevivieron. A fines de la década de los 80 y principios de los 90, el criptógrafo estadounidense David Chaum concibió sistemas como eCash y DigiCash que, basadas en a la criptografía, buscaban mantener la confidencialidad de los datos de quienes realizaban transacciones económicas. Luego, en 1998, el ingeniero informático Wei Dai sentó otro precedente con un ensayo sobre b-money, en el que hizo importantes aportes: desde la necesidad de verificación colectiva con protocolos criptográficos para autenticar las transacciones, hasta algo muy similar a la estructura de bloques en la que se basa blockchain.
Para conocer otros hitos de la historia de las criptomonedas puedes ver este resumen elaborado por la Oficina de Seguridad del Internauta que depende del Instituto Nacional de CIberseguridad.
Otras criptomonedas exitosas son LItecoin, Ripple, Ethereum, Dash, Monero, Dogecoin o Libra, entre las más de mil que existen. Y siguen surgiendo nuevas.
Cómo entrar al universo “cripto”
La actividad “minera” –que consiste en la resolución de complejos problemas matemáticos para validar las transacciones dentro de la red de usuarios- es una de las formas de participar del negocio. Sin embargo, requiere de enormes recursos computacionales y energéticos que no están al alcance de cualquiera.
Para el común de los mortales, la forma más accesible de operar con criptoactivos es a través de plataformas especializadas de compraventa o exchange. Los activos adquiridos se almacenan en billeteras digitales o wallets –las hay gratuitas y de pago-, con las cuales se pueden comprar y vender bienes y servicios, hacer transferencias a otros usuarios o simplemente guardarlos a la espera de que su valor aumente y venderlos oportunamente.
Al tratarse de un sistema intangible, basado en software y tecnología, quienes adquieren criptodivisas lo que poseen en realidad es una serie de claves -conocidas como claves privadas- que permiten demostrar la propiedad de cada unidad de criptomoneda. Estas claves son necesarias para ejecutar cualquier transacción y se almacenan en las billeteras digitales. Pueden estar en una computadora personal, el teléfono o incluso en pendrives.
Cada vez son más las grandes empresas y negocios que las aceptan como forma de pago o las integran a sus productos para adquirir bienes y servicios de todo tipo. Desde este año, las cuentas de PayPal de Estados Unidos, por ejemplo, también pueden comprar, vender y almacenar varias criptomonedas. En el caso de España, ya existe una plataforma que a través de un app permite comprar y vender criptomonedas y hasta usarlas en el día a día en cualquier negocio adherido mediante una tarjeta respaldada por Mastercard.
Si estás pensando en aventurarte en el universo de las “cripto” es importante que tengas en cuenta que se trata de instrumentos alternativos, basados en la confianza de sus usuarios, y sin el respaldo ni regulación de ningún banco central o gobierno. Se sustentan en una tecnología compleja incluso de entender y cuyas variaciones de precio pueden suponer importantes pérdidas del dinero invertido.
Por último, si ya has incursionado en este mercado, ten presente que todos los beneficios o pérdidas que deriven de su uso deben ser reflejados en tu declaración de la renta y en este post anterior te explicamos cómo hacerlo.