El aumento de contrataciones durante la pandemia y la recesión han provocado una ola de despidos masivos en las empresas tecnológicas. Frente a este panorama, los expertos se preguntan si no estamos de nuevo ante una nueva crisis de las puntocoms similar a la del año 2001.
El pasado mes de diciembre, Amazon y Meta anunciaron entre 11.000 y 18.000 despidos y recientemente la empresa Microsoft ha despedido al 5 % de su plantilla. Con esta ola masiva de despidos, los expertos se cuestionan si no estaremos viviendo una nueva burbuja de las puntocom como aquella experimentada en el año 2001. Esta etapa estuvo marcada por la creación de un nuevo grupo de empresas tecnológicas que, junto con la especulación individual y la gran disponibilidad de capital de riesgo, incrementaron de forma repentina sus valores en la bolsa para después quebrar. El estallido de la burbuja supuso una gran recesión en los países occidentales.
Hoy, la economía vuelve a desestabilizar el sector tecnológico y las empresas viven un momento de corrección bursátil que hace que sus empleados se preocupen por la situación actual. ¿Estaremos ante una nueva crisis de puntocom o esta vez es diferente?
Similitudes respecto a la crisis puntocom
Empecemos señalando que ambas situaciones son análogas en varios aspectos. Para empezar, la mayoría de las empresas que se han visto afectadas en el contexto actual coinciden en gran parte con las fundadas durante la crisis de las puntocom del 2001. Muchas de las Big techs como IBM, Amazon, Ebay, Cisco, ARM, Qualcom, Oracle ya existían o se crearon durante esa época. No obstante, otras como Spotify, Facebook, Twitter, Netflix no se crearon hasta varios años después.
En segundo lugar, ambas crisis se gestaron por cambios en el comportamiento de los consumidores, lo que aumentó las expectativas de los inversores. En la burbuja de las puntocom vivida en 2001, la consolidación de Internet y el aumento de la compra de ordenadores personales provocó que aumentaran las inversiones. La pandemia ocasionó un escenario similar porque las empresas de todo el mundo empezaron a depender del uso de la tecnología para seguir funcionando. Plataformas de videollamadas hasta ese momento desconocidas, como el caso de Zoom, se convirtieron de repente en la más demandadas del mercado.
A su vez, ambas etapas se vieron protagonizadas por una subida de precios que se inició en una política monetaria de bajos tipos de interés y se vio interrumpida por una situación que desestabilizó el panorama. Cuando existen bajos tipos de interés los inversores buscan invertir en activos más arriesgados; es aquí donde las Big techs cobran más importancia al ser consideradas como negocios innovadores. El problema ocurre cuando aumentan los tipos y los inversores pasan a tener expectativas más rentables y comportamientos menos temerarios.
Diferentes épocas, diferentes situaciones
Hasta aquí hemos podido comprobar que existen ciertas semejanzas entre ambas crisis. Ahora veamos las diferencias:
A pesar de que los protagonistas de ambas situaciones son empresas tecnológicas, estas difieren en su magnitud. Mientras que la burbuja de puntocom fue protagonizada por el crecimiento de start ups, en la actualidad hablamos de gigantes tecnológicos (Big techs) de los cuales siete de ellos fueron los que obtuvieron mayor capitalización bursátil durante el 2022.
A su vez, el modelo de negocio de ambas dista mucho de parecerse. En la crisis de las puntocom la mayoría de las empresas salieron a Bolsa sin tener acabado su producto final. Sin embargo, actualmente las compañías tecnológicas poseen más productos, servicios (aparte de Internet) y una gran cantidad de datos de los cuales también obtienen beneficio.
Además, la crisis de las puntocom supuso una recesión en la economía de Estados Unidos que se vio salpicada por el retroceso -y en muchos casos quiebra- de las empresas tecnológicas emergentes. No obstante, en el contexto actual ocurre exactamente lo contrario, ya que ha sido el retroceso en la economía el que ha afectado al potencial crecimiento de las Big techs.
Por último, el entorno regulatorio tampoco es el mismo. La diversificación de las Big techs hacia otras áreas, como las finanzas, y su recopilación de datos ingente, ha hecho sonar las alarmas de diversas autoridades que buscan regular con mano dura a estas compañías. Como es el caso de la Comisión Europea que se plantea cobrar a las empresas tecnológicas una comisión para sufragar las infraestructuras de las telecomunicaciones.
Si bien está claro que ambas situaciones son bien diferentes, dado el momento actual, es necesario que los inversores mantengan un comportamiento responsable, evitando las posibles especulaciones, y centrándose en los indicadores financieros claros y probables.
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